I PARTE:
EL VALOR EN EL INTERCAMBIO MERCANTIL SIMPLE
TEMA PRIMERO:
La división del trabajo y la propiedad: condiciones de la economía basada en el intercambio
TEMA SEGUNDO:
El papel que juegan los precios de los productos en la economía
TEMA TERCERO:
El costo de producción
TEMA CUARTO:
Valor y trabajo socialmente necesarios
II PARTE:
LA PLUSVALÍA EN LA ECONOMÍA CAPITALISTA
TEMA PRIMERO:
Imposibilidad de obtener plusvalía por medio del intercambio
TEMA SEGUNDO:
La fuerza de trabajo como mercancía
TEMA TERCERO:
La formación de la plusvalía
TEMA CUARTO:
El capital como factor de la producción
TEMA QUINTO:
La plusvalía absoluta y relativa
CONCLUSIÓN
Resumen del texto
Introducción
El capitalismo representa un avance muy grande en el desarrollo de la sociedad en comparación con los sistemas sociales anteriores. Ello hace que el sistema capitalista aparezca dotado de virtudes eternas que serían capaces de proporcionar al hombre su completo bienestar.
Sin embargo, basta observar la realidad de este sistema para damos cuenta de que esto no es así.
Si pensamos en el extraordinario aumento de la capacidad productiva que se ha alcanzado bajo este sistema, ella debería haber resultado en la abolición de las privaciones y la miseria. Pero no ha sido ese el resultado, ni siquiera en los Estados Unidos, el país capitalista más avanzado y rico del mundo.
En los Estados Unidos, así como en cualquier otro país capitalista, incluido naturalmente, España, existe hambre en medio de la abundancia, pobreza extrema en medio de la riqueza.
Tiene que existir algo fundamentalmente malo en un sistema económico caracterizado por tales contradicciones.
Efectivamente, algo anda mal, El sistema capitalista es ineficiente y destructivo, irracional e injusto.
Es ineficiente y destructivo, porque aun en aquellos años en que funciona en su mejor forma, una cuarta parte de su mecanismo productivo permanece ocioso.
Es ineficiente y destructivo porque periódicamente está en crisis, en inflación. Y cuando llega la crisis, no ya un cuarto, sino más de la mitad de la capacidad productiva se paraliza. Las personas adultas recuerdan la crisis de 1930, en que la miseria más espantosa se paseaba por el país. Todos estamos familiarizados con la inflación y con el desempleo periódico.
El sistema capitalista es ineficiente y destructivo porque es incapaz de dar trabajo útil a todos los hombres y mujeres que lo desean, en tanto que, al mismo tiempo, permite que miles de personas, física y mentalmente sanas, vivan sin haber trabajado jamás. Es incapaz de desarrollar los recursos del país, aprovechando la totalidad del potencial humano, es incapaz de resolver la contradicción de que en tanto existen tierras ociosas, existen campesinos sin tierras.
Es ineficiente y destructivo porque destina muchos hombres y materiales a la producción de los más extravagantes bienes de lujo, al mismo tiempo que no produce los bienes más elementales para la vida del pueblo.
Es ineficiente y destructivo, porque en su delirio por aumentar los precios y las ganancias, en lugar de satisfacer las necesidades humanas permite la destrucción deliberada de las cosechas y de los bienes en general.
Aunque sea increíble, en Brasil se ha llegado a quemar cosechas enteras de café; en otros países se ha arrojado la leche a los ríos o se ha dejado pudrir la fruta en los árboles.
Esta aparente insanidad no es cosa tan de locos como a primera vista parece, por lo menos en el sistema capitalista. En una economía que no tiene la más mínima preocupación por alimentar al pueblo, se destruyen las patatas, el café, la leche, la fruta que el pueblo necesita, ya que en una economía preocupada solamente de elevar al máximo los precios y las ganancias, la restricción de la oferta suele ser el mejor medio de conseguirlo.
Pero el derroche más grande del capitalismo es la guerra. Debido a que la economía capitalista funciona muy dificultosamente en condiciones pacíficas, los capitalistas consiguen reavivar la actividad mediante el armamentismo y la guerra. En la guerra, y solamente en la guerra, consigue el capitalismo darles trabajo a sus millones de cesantes, utilizar las máquinas, los materiales, hacer trabajar a todo vapor a la economía.
¿Pero cuáles el precio de esta actividad? La destrucción más espantosa. La destrucción de las esperanzas y sueños de millones de seres humanos; la destrucción de miles de escuelas, hospitales, ferrocarriles, puentes, puertos, minas, plantas eléctricas; destrucción de miles de kilómetros cuadrados de cosechas y bosques. Mientras más desarrollado se encuentre un país capitalista, más se acentúan los males señalados.
Esta ineficiencia y destrucción no es un mero desliz que pueda corregirse, sino que forma parte de la naturaleza del sistema capitalista, que no terminará sino cuando el sistema capitalista sea abolido en toda la tierra.
Pero para que esto sea posible, para que los hombres sean capaces de destruir este sistema y reemplazarlo por otro que supere efectivamente estas contradicciones, no basta con constatar las contradicciones que vemos en el sistema capitalista. Es necesario conocer las causas profundas de ellas.
En este Cuaderno de Educación Popular nos proponemos estudiar el mecanismo fundamental que explica por qué en la sociedad capitalista existe un pequeño grupo de personas que posee muchas riquezas y goza de una vida fácil, mientras la gran masa de los trabajadores vive en una situación muy difícil, teniendo en muchos casos apenas con qué comer.
¿De dónde viene la riqueza de este grupo minoritario?
¿De dónde viene la pobreza del grupo mayoritario?
Para contestar a estas preguntas debemos hacer un largo rodeo, empezando por el estudio de un sistema económico muy simple para llegar luego al complejo sistema capitalista. Tened, por lo tanto, paciencia, porque al final obtendréis las respuestas y podréis comprender dónde reside la llave de la explotación capitalista.1
1.Gran parte de esta introducción ha sido tomada directamente del libro de Huberman: Principios elementales del Socialismo. Prensa Latinoamericana, Santiago, 1970.
ESQUEMA
I PARTE.
El valor en el intercambio mercantil simple.
1. La división del trabajo y la propiedad: condiciones de la economía basada en el intercambio.
El trabajo de autosubsistencia en los pueblos primitivos La división del trabajo y el intercambio mercantil en las grandes ciudades modernas.
El concepto de intercambio mercantil, de mercancía y de intercambio mercantil simple.
2. El papel que juegan los precio s de los productos en la economía.
Los precios no se pueden explicar ni por la calidad ni por la utilidad, ni por la oferta y la demanda.
3.El costo de producción.
Si analizamos detenidamente los elementos que entran en la fabricación de un producto descubrimos que el costo de producción se debe, en definitiva, única y exclusivamente al trabajo humano.
4. Valor y trabajo socialmente necesario.
El trabajo: fuente de todo valor.
La ley de valor: la ley que rige el intercambio de mercancía.
La medida del valor: el tiempo de trabajo socialmente necesario. El concepto de valor.
II PARTE.
La plusvalía en la economía capitalista.
1. Imposibilidad de obtener plusvalía por medio del intercambio.
2. La fuerza de trabajo como mercancía y su valor.
Condiciones necesarias para que surja la fuerza de trabajo como mercancía. La forma en que se calcula la fuerza de trabajo.
3. La formación de la plusvalía.
El concepto de plusvalía. Tiempo de trabajo necesario y tiempo de trabajo extra.
4. El capital como factor de la producción.
El concepto de capital. Capital constante y capital variable.
5. La plusvalía absoluta y relativa.
6. Conclusión.
Resumen del texto
I PARTE:
El valor en el intercambio mercantil simple
Tema primero
La división del trabajo y la propiedad privada:
condiciones de la economía basada en el intercambio.
Todavía en los lugares más perdidos de América Latina encontramos grupos de hombres, la mayor parte de ellos indígenas, que satisfacen sus necesidades fundamentales únicamente a través de su propio trabajo: ellos hacen su pan con el trigo que han sembrado ellos mismos; se visten con telas tejidas a mano, con la lana de sus animales; construyen sus casas con la madera de los bosques y el barro de la zona donde habitan, etcétera.
Esto contrasta totalmente con el espectáculo que presentan las grandes ciudades modernas latinoamericanas.
En ellas los trabajadores, para satisfacer sus necesidades, deben comprar una serie de objetos que ellos mismos no producen: alimento, vestimenta, etc. Estos objetos han sido hechos gracias al trabajo de muchos otros hombres.
En las grandes ciudades existe una gran división del trabajo; cada hombre tiene su trabajo específico: obrero metalúrgico, obrero planificador, obrero textil, obrero de la construcción, etc.
Por estos trabajos los obreros reciben un salario con el que compran los bienes que necesitan para vivir. Y como estos bienes han sido producidos por otros trabajadores, en estas grandes ciudades los trabajadores de un sector de la producción dependen de los trabajadores de los otros sectores de la producción.
En resumen, al existir una gran división del trabajo existe, al mismo tiempo, una gran dependencia entre los trabajadores que laboran en las distintas ramas de la producción.
Mientras más se desarrolla la división del trabajo, más crece la interdependencia de los distintos sectores de la producción.
Ahora bien, ¿cómo se realiza la relación entre estos distintos sectores o centros de producción?
Como se trata de centros de producción aislados unos de otros, porque pertenecen a propietarios distintos, para poder relacionarse entre sí deben recurrir al mercado, es decir, deben poner sus productos en venta y esperar que los interesados se los compren. La Fábrica SAFA, por ejemplo, no tiene ninguna relación con la fábrica de confecciones BELCOR. Para que ambos centros de producción se relacionen entre sí SAFA deberá producir géneros que venderá en el mercado y BELCOR deberá comprar esos géneros para hacer sus prendas.
El intercambio de mercancías se basa en el hecho de que los compradores acuden al mercado a comprar productos que necesitan para vivir, para satisfacer sus necesidades de alimentos, ropa, utensilios, etc. Los productores de cada una de estas mercancías las llevan al mercado porque saben que ellas tienen una determinada utilidad para los compradores. A ningún productor se le ocurre producir una mercancía sin pensar antes en qué utilidad tiene para otros.
Por lo tanto, para que un producto llegue a ser una mercancía, es decir, para que valga la pena llevar un producto al mercado, éste debe ser un objeto útil: debe representar una determinada utilidad para la persona que lo va a comprar. Si el objeto no responde a ninguna necesidad humana, nadie querrá comprarlo. Nadie compraría, por ejemplo, basura.
Por último, debemos aclarar que no basta que un objeto sea útil para que pueda ser considerado mercancía. El aire, el agua del mar, etc., son objetos útiles, pero no son mercancías, porque no se venden en el mercado. Por la misma razón, tampoco es mercancía un chaleco que una madre le teje a su hijo.
Ahora bien, aunque el objetivo final de este cuaderno es comprender más profundamente el sistema capitalista de explotación, deberemos empezar por analizar la forma más simple en que puede realizarse el intercambio de mercancías, es decir, aquellas en que pequeños productores independientes, propietarios de los medios de producción, venden en el mercado los productos logrados por su propio trabajo individual.
Un ejemplo: el campesino que es dueño de un pedazo de tierra y trabajándola obtiene una cierta cantidad de trigo, que él lleva directamente al mercado para obtener con su venta el dinero que le permita comprar otros objetos que él necesita: por ejemplo, una silla, que es producida por un carpintero en su propio taller rudimentario. A esta forma de intercambio se le ¡lama intercambio mercantil simple.
| Se llama INTERCAMBIO MERCANTIL SIMPLE a la compra y venta de mercancías producidas por el propio trabajo individual del propietario de los medios de producción. |
Cuestiones sobre el tema primero
1. ¿Por qué decimos que la división del trabajo produce dependencia entre los distintos sectores de la producción?
2. ¿Qué es el INTERCAMBIO MERCANTIL?
3. ¿Qué es la mercancía?
4. ¿A qué llamamos INTERCAMBIO MERCANTIL SIMPLE?
Temas de reflexión
¿Cómo fue apareciendo la división del Trabajo en las sociedades primitivas?
2. Entendemos por medio de producción las condiciones materiales que hacen posible el trabajo; materia bruta o prima, instrumentos, máquinas, locales, etc. Para ampliar estas ideas se puede consultar el libro de la misma autora de este folleto Marta Harnecker: Principios del materialismo histórico
Tema segundo
El papel que juegan los precios de los productos en la economía.
En el intercambio mercantil simple, los productores se presentan en el mercado en calidad de propietarios de sus productos y no se deshacen de ellos si no los pueden intercambiar por objetos útiles producidos por otros.
Por ejemplo, nuestro campesino que va con su trigo al mercado, sólo se desprende de él para conseguir productos como azúcar, té, fósforos, etc., que necesita para vivir.
Estos productos tienen un valor en el mercado: Su precio. Sólo podrá obtenerlos si a cambio ofrece otras mercancías que tengan un precio equivalente. Como es lógico, al campesino le interesa que sus mercancías tengan el valor más alto que sea posible pues de esta manera podrá adquirir muchas más cosas.
Es decir, como propietarios individuales de sus mercancías persiguen fines individuales, buscan siempre vender al precio más alto posible. Pero ¿pueden los propietarios individuales satisfacer sus deseos de vender lo más caro posible, fijando los precios a su antojo? Para contestar a esta pregunta, veamos de qué dependen los precios.
¿Qué hace que una cosa cueste una determinada cantidad de dinero y otra, otra cantidad diferente?
Veamos qué pasa si el campesino va a comprar un par de zapatos en el mercado. La vendedora le ofrece varios tipos de zapatos a distintos precios. Si le preguntamos por qué un par de zapatos vale más que el otro, nos responderá que se debe a la mejor calidad de los primeros y, por lo tanto, a su mayor duración.
Pero ¿podrán explicarse los precios por la mejor calidad y mayor duración de las cosas?
Veamos si ello es así comparando un par de zapatos con otro objeto; por ejemplo, un plato. Este objeto cuesta más barato que un par de zapatos y, sin embargo, si es de hierro o de madera, puede durar mucho más que ellos.
¿Querrá decir, entonces, que el precio depende de la utilidad de una cosa?
Poniendo el siguiente ejemplo, nos quedará claro que tampoco esto sirve como explicación: el pan es mucho más útil y necesario al hombre que los diamantes y, sin embargo, éstos son infinitamente
más caros.
Por otra parte, la misma cosa puede tener una utilidad diferente para cada comprador. Un mismo par de pantalones puede ser mucho más útil a un obrero que no tiene más que ese par que a un profesional que tiene siete pares más.
Es difícil determinar, por lo tanto, cuál es la utilidad que puede tener un determinado producto. Sin embargo, se nos podrá decir que, si bien ello no es posible, se puede en cambio determinar fácilmente cuántas personas querrían comprar un objeto determinado y cuántas otras querrían venderlo.
No se puede determinar cuántas veces es más útil el pan que los zapatos, pero sí se puede determinar cuántas personas vinieron hoy a comprar zapatos del número 40, por ejemplo. Si hay 10 pares y vienen 20 personas, ello significará que la demanda es mayor que la oferta. Si, por el contrario, hay 20 pares y sólo vienen 10 personas, la oferta será mayor que la demanda.
¿No será por medio de la oferta o la demanda que se fijan los precios en el mercado?
¿Acaso no suben las cebollas cuando escasean? ¿Acaso no es más cara la fruta cuando empieza la estación, y luego baja mucho?
No podemos negar que la oferta y la demanda influyen en los precios, pero ¿podrán dar cuenta suficientemente del precio de una mercancía?
Si así fuera, dos cosas que tuvieran la misma demanda deberían tener el mismo precio, Por ejemplo, si existieran 100 kilos de azúcar en el mercado y la demanda fuera de 50, y si, por otra parte, existieran 10 pares de zapatos y la demanda fuera sólo de 5, es muy claro que en ambos casos la demanda es la mitad de la oferta, pero no por ello los zapatos van a tener el mismo precio que el kilo de azúcar.
La ley de la oferta y la demanda podrá explicar las variaciones pequeñas de los precios: por qué el kilo de azúcar vale hoy 5 pesetas más que hace algunos días, por qué los zapatos han bajado de precio al final de la temporada. Pero ella no nos explicará nunca por qué el azúcar vale una cierta cantidad de pesetas, y los zapatos valen otra cierta cantidad de dinero, calculada no en pesetas, sino en cientos de pesetas.
Por lo tanto, la ley de la oferta y la demanda NO puede indicarnos por qué una mercancía vale más que otra, por qué puedo comprar varios kilos de azúcar con el dinero con que podía comprar sólo un par de zapatos.
Cuestiones sobre el tema segundo
1. ¿Pueden explicarse los precios por la calidad de los productos?
2. ¿Y por la utilidad?
3. ¿No será por medio de la oferta y la demanda?
Temas de reflexión
1. ¿Sabrías explicar el funcionamiento de la oferta y la demanda en el modo de producción mercantil simple?
2. Analiza por qué en la actualidad esta ley ya no se cumple.
Tema tercero
El costo de producción.
Hasta aquí hemos visto que los precios no pueden ser explicados en definitiva ni por la calidad, ni por la utilidad, ni por la oferta y la demanda. ¿Qué es lo que determina entonces los precios?
Si pedimos a un vendedor ambulante de sillas que nos rebaje el precio, ¿qué nos dice? Que no lo puede rebajar porque él gastó más dinero en hacerlas que el precio que nosotros le ofrecemos.
¿Quiere ello decir que el precio de las mercancías está determinado por los costos de producción?
Para contestar a esta pregunta pongamos un ejemplo concreto: Una modista que hace en su casa vestidos para la venta.
¿Cuál es el costo de producción de sus vestidos?
Ella necesita gastar dinero en comprar género, hilo, botones; necesita gastar dinero en el alquiler del local donde cose, en luz y calefacción, y también necesita dinero para reponer la máquina, la que se va gastando con el uso. Si la máquina de coser vale 10.000 pesetas y queda inutilizada después de coser 1.000 vestidos, la modista deberá contar, como gasto por cada vestido que haga, 10 pesetas para poder reponer la máquina cuando ésta se haya gastado.
Entonces ¿es la suma de estos gastos lo que determina el precio de un producto? No, ya que si así fuera, querría decir que no se pagaría nada por el trabajo de la modista y que ella se moriría de hambre. Si la modista tarda un día en hacer un vestido, necesita recibir por su trabajo al menos una cantidad de dinero suficiente para comprar las mercancías que ella no produce.
Para poder vivir necesita, por consiguiente, vender los productos de su trabajo (los vestidos) y obtener con ello el dinero que le permita comprar los productos que provienen del trabajo de otros hombres.

Así, el precio del vestido deberá tener en cuenta los siguientes elementos:

Vemos por tanto que el precio mínimo que la costurera puede pedir es 2.105 ptas. pues si no, no le interesa trabajar ya que perdería dinero. ¿Será, pues, éste el precio definitivo?
Vamos a ver. Según lo que hemos dicho en el tema anterior, la modista tratará de vender el vestido más caro de lo que cuesta su producción y algunas veces logrará hacerlo, aquellas en que la demanda de vestidos sea mayor que la oferta. Pero si ello ocurre, todas las modistas se dedicarán a hacer vestidos, y luego habrá más vestidos en el mercado que la demanda, con lo que los precios volverán a bajar.
Vemos, por lo tanto, que existen variaciones de los precios que dependen de las variaciones de la oferta y la demanda, pero vemos también que estas variaciones no se separan mucho del costo de producción de los objetos.
¿Podemos decir, entonces, que el precio está determinado por el costo de producción de los objetos?
Veamos. Si analizamos cada uno de los elementos que entran en el costo de producción, sin contar el trabajo de la modista, nos damos cuenta de que ellos pueden ser reducidos también a los mismos elementos de la producción: medios de producción y trabajo. Por ejemplo, el género puede ser reducido al gasto en lana, al desgaste de los telares, etc., más una cierta cantidad de horas de trabajo del tejedor. Y así todos los otros elementos. Y si seguimos reduciendo el que acabamos de analizar: el género, veremos que al final la lana se reduce al trabajo del cuidador de ovejas.
Si reducimos cada uno de los elementos hasta el final, veremos que el costo de producción se reduce al trabajo que ejercen distintos trabajadores sobre los bienes que produce la naturaleza.
Cuestiones del tema tercero
1. ¿El precio de las mercancías está determinado por los costos de producción?
2. ¿A qué se reduce el costo de producción?
Temas de reflexión
Reflexionar sobre la forma de trabajar en el modo de producción mercantil simple. ¿Qué diferencias encuentras con la forma de trabajo en el modo de producción capitalista?
Tema Cuarto Valor y trabajo socialmente necesario.
Nuestro análisis nos ha llevado a descubrir detrás del costo de producción el trabajo humano. Toda mercancía tiene siempre, entonces, trabajo humano incorporado. Esta característica común a todas las mercancías es lo que las hace comparables, intercambiables.
Llamaremos valor de una mercancía a la cantidad de trabajo que ella tiene incorporado.
En los puntos anteriores hemos visto c6mo el precio de una mercancía puede variar según la oferta y la demanda, pero hemos visto también que la oferta y la demanda no explican a qué se debe el nivel en torno al cual oscilan los precios. Ahora, podemos ver que es la cantidad de trabajo incorporado a las mercancías, es decir, su valor, lo que determina el nivel en torno al cual giran los precios.
Pues bien, hemos afirmado que el valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo que ha sido incorporado en ella.
¿Quiere ello decir que el valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo individual, es decir, por el tiempo que tarda un individuo en producir una mercancía?
No; si así fuera, existirían tantos valores como cantidades de tiempo que emplean los distintos individuos en producir los productos; es decir, existirían tantos valores como grados de rendimiento individual en el trabajo.
Si una modista hace un vestido en 12 horas, otra en 16 y otra en 18 horas, existirían tres valores para los vestidos.
Pero veamos qué pasa si estas tres modistas van a vender sus vestidos al mercado. La que trabajó 18 horas tratará de venderlo a un precio que le permita pagar esas 18 horas; ahora bien, las demás, al ver que ella vende a un precio más alto, tratarán de vender a ese mismo precio, ganando más dinero con menos trabajo.
Sin embargo, qué ocurrirá entonces en el mercado: muchas otras modistas, atraídas por el alto precio de los vestidos, se pondrán a fabricarlos, pero como existirán demasiados productos de este tipo en el mercado, se verán obligados a bajar los precios.
Ahora bien, suponiendo que la oferta y la demanda coincidan, es decir, suponiendo que se producen tantos vestidos como los que se necesitan en la sociedad, ¿a qué precio se venderán los vestidos: al precio que implica la mayor cantidad de horas de trabajo o al precio que implica la menor cantidad de horas?
El valor no se calcula tomando en cuenta la cantidad de trabajo mayor, ni la cantidad de trabajo menor, sino la cantidad de trabajo promedio.
Pero, ¿cómo se calcula la cantidad de trabajo promedio?
Pongamos un ejemplo. En una sociedad se necesitan 1.000 camisas.
Estas son producidas por 110 camiseras que tardan entre dos y seis horas en producirlas. ¿Cuál será el tiempo socialmente necesario para producirlas? ¿Será 4 horas, ya que si sacamos la media entre dos y seis nos da 4?
Veamos cuáles son los tiempos que en realidad tenemos que considerar:

Según el cuadro, la producción de 1.000 camisas necesarias para la sociedad ha implicado el gasto de 3.800 horas. Si dividimos las 3.800 horas por el número de camisas que se hicieron (3.800 : 1.000) obtenemos un promedio de 3,8 horas por camisa, es decir, de 3 horas 48 minutos. Este será el tiempo socialmente necesario para producir las camisas.

No hay que caer entonces en el error de calcular el trabajo socialmente necesario sacando un término medio entre las horas requeridas por las camiseras que tardan más y por las camiseras que tardan menos. En este caso las de menor rendimiento producen una camisa cada 6 horas, y las de mayor rendimiento una camisa cada 2 horas; al sacar el término medio entre 6 y 2 horas, obtenemos 4 horas, lo que difiere de nuestro resultado correcto anterior que era de 3 horas 48 minutos.
¿A qué se debe esta diferencia?
Ella se debe a que en la sociedad global se producen más cantidad de camisas que requieren un tiempo de producción menor. Si las camisas producidas en seis horas hubieran sido el doble de lo que son en el ejemplo, el tiempo de trabajo socialmente necesario habría sido mayor.
Después de lo dicho, parecería que el tiempo de trabajo socialmente necesario pudiera entenderse como: el tiempo de trabajo que se emplea en producir un objeto dependiendo de la tecnología media, las aptitudes medias de los trabajadores y las condiciones medias de trabajo en la sociedad.
Sin embargo, si entendemos el tiempo de trabajo socialmente necesario de esa manera, tendríamos que aceptar que todo el trabajo que se realiza en la sociedad resulta siempre necesario. Pero sabemos que esto no es así, que muchas veces se produce más de lo que la sociedad necesita. Esto lo conocen mejor que nadie los pequeños agricultores situados en los alrededores de las grandes ciudades dedicados al cultivo de hortalizas. Muchas veces ellos llegan al mercado y sus productos simplemente no se venden, porque el conjunto de los agricultores produjo más de lo que el público pedía, por ejemplo, sólo 50 personas querían comprar una lechuga cada una, y se ofrecían 100 lechugas en el mercado: 50 lechugas quedan por lo tanto sin venderse. Esto quiere decir que el tiempo que se empleó en producir esas 50 lechugas era un tiempo de trabajo superfluo. Veamos cómo se refiere Marx a este problema en su libro "El Capital".
"Supongamos (...) que cada pieza de lienzo que viene al mercado no encierra más que el tiempo de trabajo socialmente necesario. A pesar de eso, puede ocurrir que en la suma total de piezas de lienzo que afluyen al mercado se contenga tiempo de trabajo superfluo.
Si el estómago del mercado no es suficientemente capaz de asimilar la cantidad total de lienzo que afluye a él al precio normal de 2 chelines por vara, tendremos en ello la prueba de que se ha invertido en forma de trabajo textil una cantidad excesiva del tiempo total de trabajo de la sociedad. El resultado será el mismo que si cualquier tejedor hubiese invertido en su producto individual más tiempo de trabajo del socialmente necesario. Los que juntos la hacen, juntos la pagan". (Tomo I, pp.67-68).
Por lo tanto, para definir el tiempo socialmente necesario deben considerarse:
a) las condiciones sociales medias de producción.
b) las necesidades que la sociedad tenga de ese producto.
No obstante, ninguno de estos aspectos permanece estático: van variando a través del tiempo. Ello produce una modificación del tiempo de trabajo socialmente necesario, el que a medida que se perfeccionan estos elementos tiende a ir disminuyendo.
Ahora bien, la introducción de una nueva máquina sólo influye en el tiempo de trabajo socialmente necesario si esta innovación se generaliza rápidamente.
Si una camisera empieza a utilizar una máquina de coser eléctrica, que le permite coser una camisa en una hora, y todas las demás siguen utilizando las viejas máquinas a pedal, esta innovación no influirá grandemente en el tiempo de trabajo socialmente necesario y, por el contrario, permitirá a esta camisera ganar más, ya que el valor que regula los precios será calculado todavía de acuerdo al tiempo medio social, que es mayor que el que ella emplea, y ella, al vender la camisa, obtendrá una mayor cantidad de dinero que las otras camiseras. Esta es la razón por la que en las economías basadas en el intercambio (comprendiendo en ellas también a la economía capitalista), los propietarios individuales se esfuerzan en introducir nuevas máquinas y en guardar el secreto de sus adelantos técnicos. Esto último lo hacen porque ellos saben que a medida que se generaliza la utilización de una determinada máquina, tiende a bajar el tiempo socialmente necesario para producir una mercancía y, por lo tanto, su precio.
Ahora podemos definir en forma más rigurosa el concepto de valor:
| Llamaremos VALOR a la cantidad de trabajo socialmente necesario incorporado en una mercancía. |
Hasta aquí, para facilitar la exposición hemos supuesto que todos los trabajos eran iguales, pero eso no es así. Una hora de trabajo simple no vale lo mismo que una hora de trabajo complejo. El valor que produce el trabajo de un tornero especializado es mucho mayor que el que produce un trabajo simple como es el que se emplea en el traslado del material de un lugar a otro, el embalaje, etc.
Cuestiones del tema cuarto
1. ¿A qué llamamos valor de una mercancía?
2. ¿Qué es lo que determina los precios en el modo de producción mercantil simple?
3. ¿Cómo se calcula la cantidad de trabajo promedio?
4. ¿A qué llamamos TIEMPO DE TRABAJO SOCIALMENTE NECESARIO?
5. ¿A qué llamamos VALOR de una mercancía?
Temas de reflexión
Reflexionar sobre esta cuestión: la modista que tiene la máquina más moderna consigue más beneficios ya que las camisas se venden en el mercado a un precio promedio. Esta es la ley que empujó a los burgueses a modernizar su maquinaria para aumentar los beneficios, impulsando así el desarrollo capitalista.
II PARTE:
La plusvalía en la economía capitalista
Tema primero
Imposibilidad de obtener plusvalía por medio del intercambio.
El intercambio en una sociedad capitalista es muy diferente del intercambio que acabamos de analizar, es decir, del intercambio mercantil simple.
Si se entra a una fábrica de una ciudad capitalista y se pide rebaja en el precio de un producto, el primer argumento que dará el vendedor no será el que daba el vendedor ambulante de sillas: que a él le han costado más de lo que nosotros le ofrecemos. El dueño de la fábrica dirá esta vez que la venta de ese artículo no le produce grandes ganancias y que no puede venderlo a precio de costo, porque él necesita ganar algo. En la economía mercantil simple lo que le interesa fundamentalmente al pequeño productor independiente es lograr obtener a través de la venta de sus productos el dinero suficiente para poder comprar los productos que necesita para vivir.
En la economía capitalista lo que le interesa al capitalista es que la venta de sus productos le procure una mayor cantidad de dinero que la que él gastó en la producción de esos objetos. El intercambio no tiene sentido para él si no le aporta una cantidad de dinero mayor que la que él empleó. Si esto no ocurre, él deja de producir, cosa que no sucede con el pequeño productor independiente, a quien le basta recibir, a cambio de los productos de su trabajo, mercancías que tengan un valor equivalente.
Si antes se trataba de vender mercancías (M) para obtener dinero (D) que permitiera comprar otras mercancías de igual valor (M), ahora se trata de tener dinero que permita comprar mercancías que permitan obtener más dinero.

Así la fórmula del intercambio mercantil simple sería:
M - D - M
Y la fórmula del intercambio capitalista sería:
D - M - D+d.
Ahora bien, la primera pregunta que surge es: ¿de dónde saca el capitalista esta mayor cantidad de dinero?
¿Podrá provenir de una sobreelevación de los precios, es decir, de la venta de las mercancías por encima de su valor?
Si los capitalistas fueran un grupo que sólo vendiera y nunca tuviera que comprar, quizás podría explicarse así la cosa. Pero la realidad es diferente: el capitalista, al mismo tiempo que vende sus productos, tiene que comprar otros productos para poder producir.
Tiene que comprar materias primas e instrumentos de trabajo a otros capitalistas. Pues bien, si éstos subieran también los precios se produciría una especie de compensación a nivel social. Lo que ganarían como vendedores lo perderían como compradores.
Por lo tanto, la ganancia que obtiene el capitalista no puede ser explicada a través M intercambio, es decir, diciendo que vende sus productos a un precio más alto que lo que valen.
¿Cómo explicar entonces que vendiendo los productos a su valor los capitalistas puedan obtener un cierto margen de ganancia?
Este problema sólo puede ser resuelto si entre las mercancías que el capitalista necesita comprar para producir encontramos una mercancía especial que tenga la particularidad de producir más valor, a través de su uso, que lo que el capitalista paga por ella en el mercado.
¿Cuáles son las mercancías que el capitalista compra para producir?
Ellas son las materias primas, los instrumentos de trabajo, la fuerza de trabajo, etc.
¿Cuál de ellas es la que al ser usada produce valor?
Si el origen último del valor es el trabajo humano, como veíamos anteriormente, esta mercancía no puede ser sino la fuerza de trabajo humano: ella es la única mercancía capaz de crear valor, y, por lo tanto, es la única que podría crear más valor.
Antes de analizar las condiciones precisas en que la fuerza de trabajo produce más valor para el capitalista, veamos cuáles son las circunstancias que determinan que la fuerza de trabajo se transforme en una mercancía.
Cuestiones del tema primero
1. ¿Cuál es la fórmula del intercambio mercantil simple?
2. ¿Y en el intercambio capitalista?
3. ¿Cuál es la mercancía que al ser usada produce valor?
Temas de reflexión
Analizar la diferencia de objetivos que se persiguen, con el proceso de producción, en el modo de producción mercantil simple y en el capitalista y las consecuencias que implica.
Tema segundo
La fuerza de trabajo como mercancía y su valor.
La fuerza de trabajo no es una mercancía en cualquier sociedad. Ni en la esclavitud, ni en el modo de producción servil, los trabajadores vendían libremente su fuerza de trabajo. En el primer caso todo su ser pertenecía al amo; en el segundo caso existía un determinado tipo de relación de dependencia que obligaba al siervo a realizar una cierta cantidad de trabajo para el señor.
Entonces, ¿cuáles son las condiciones necesarias para que surja la fuerza de trabajo como mercancía?
Primero: La existencia de un trabajador que no esté obligado a trabajar para un determinado patrón, que pueda ir de un lugar a otro ofreciendo su trabajo. El esclavo, el campesino ligado a la tierra o el indio ligado a la encomienda, no podía vender su fuerza de trabajo: no eran libres para ofrecerla en el mercado de trabajo.

Segundo: La existencia de un trabajador que no tenga los medios de producción que utiliza en ese momento la sociedad para poder trabajar por cuenta propia.
Un pequeño zapatero que fabrica zapatos, por ejemplo, tiene algunos medios de producción muy simples (máquina de coser, cuchillo para cortar el cuero, pincel para el tinte, cuero, tinte, etc.), pero con estos medios de producción no puede competir con las fábricas de zapatos modernas. El tarda tres días en hacer un par de zapatos, mientras las fábricas modernas producen 20 pares en tres días.
Ellos bajan los costos de los zapatos, y como nuestro zapatero no puede bajarlos más, porque si no trabajaría con pérdidas, se ve obligado a dejar su oficio privado e ir a enrolarse en el gran ejército de trabajadores que venden su fuerza de trabajo a quien posee los medios de producción modernos, el capitalista.
En consecuencia, en el régimen de producción capitalista el obrero es un vendedor de su fuerza de trabajo, y el capitalista es el comprador de esa mercancía que se ofrece en el mercado.
Veamos ahora qué es lo que determina el valor de esta mercancía llamada fuerza de trabajo.
Si el valor de una mercancía depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla, ¿cómo aplicar la ley del valor a la fuerza de trabajo?
Parece difícil aplicar esto a la fuerza de trabajo, ya que ella no es producida en fábricas sino que es el producto de la multiplicación de la vida humana.
Sin embargo, un examen atento del funcionamiento del sistema capitalista nos hace ver que la mercancía fuerza de trabajo no es una excepción ni un caso privilegiado de mercancía.
Veamos en qué consiste el uso que el capitalista hace de la fuerza de trabajo.
El obrero debe trabajar para el capitalista durante el tiempo que determina el contrato de trabajo. Ahora, bien, trabajando, actuando sobre la naturaleza, el obrero gasta una cierta cantidad de su fuerza muscular, nerviosa, cerebral, es decir, una cierta cantidad de energía.
Pero para conservar su fuerza de trabajo debe reponer cada día la energía gastada. Y para esto deberá comer una cierta cantidad de alimentos y tener que dormir y como abrigarse, es decir, necesita consumir una cierta cantidad de bienes de consumo: alimentos, ropa, casa, etc.
Por otra parte, es necesario que esta fuerza llegue constantemente al mercado, y para ello es necesario asegurar que los obreros tengan hijos, de modo que no falten nuevos obreros. El trabajador debe tener, por lo tanto, los medios suficientes para sostener una familia.
Si un obrero tiene mujer y cinco hijos y el salario que recibe le alcanza para comprar sólo medios de subsistencia para él, es evidente que repartirá estos medios entre toda su familia y no podrá así reponer toda su energía gastada. Por lo tanto, la manutención de una familia debe estar comprendida obligatoriamente en el valor de la fuerza de trabajo.
Además de todo lo anterior, el obrero tiene un cierto número de necesidades que corresponden a su grado de cultura y al nivel general de desarrollo de su país, que también deben ser consideradas.
Esta es una de las razones que explican las variaciones de salarios en los distintos países. El obrero europeo o norteamericano gana mucho más que el obrero latinoamericano.
Veamos qué ocurre con los obreros especializados. En este caso, se debe tener en cuenta el tiempo de trabajo socialmente necesario que gastó durante el aprendizaje de su especialización, así como las necesidades de conservación y de elevación de su nivel. Aquí se encuentra la explicación de la existencia de salarios más altos de los trabajadores especializados.
EL VALOR DE LA FUERZA DE TRABAJO es igual, por lo tanto, al valor de todos los productos que son necesarios para su conservación y reproducción en una sociedad determinada. Es decir, es igual al tiempo de trabajo necesario para producir esos bienes de consumo.
En este valor hay que considerar los siguientes puntos:
a) necesidades básicas de él y su familia.
b) necesidades culturales.
c) nivel de especialización.
Cuando existe una oferta de trabajo igual a la demanda, el capitalista se ve obligado a pagar la fuerza de trabajo más o menos igual a su valor. Sin embargo, en la realidad esto no ocurre así, ya que en general se paga menos de lo que vale la fuerza de trabajo. Esto se debe a que existe un gran paro, y siempre es mayor entonces el número de trabajadores que buscan empleo que la cantidad de trabajos que se ofrecen en el mercado.
Cuestiones del tema segundo
1. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que surja la fuerza de trabajo como mercancía?
2. ¿Cómo se calcula el valor de la mercancía Fuerza de Trabajo?
Temas de reflexión
Reflexionar sobre el hecho de que el salario del trabajador se ve determinado por el valor que adquiere su fuerza de trabajo como mercancía.
Tema tercero
La formación de la plusvalía.
Suponiendo que el capitalista compra la fuerza de trabajo a su valor, cosa que no siempre ocurre, sobre todo en países como los nuestros, en que la cantidad de trabajadores cesantes aumenta día a día asegurando al capitalista la reposición segura de la mano de obra que necesita, ¿cómo obtiene con ella su ganancia?
El capitalista y el obrero se encuentran en el mercado de trabajo, Este último ofrece como mercancía su fuerza de trabajo. El capitalista la compra por una determinada cantidad de dinero para hacerla trabajar durante un cierto período de tiempo; por ejemplo, 8 horas. Habiéndola comprado, el capitalista puede disponer de la fuerza de trabajo como valor de uso, es decir, puede hacerla trabajar y así lo hace.

Ahora bien, si la ha comprado en 200 pesetas diarias, y si estas 200 pesetas representan en dinero 4 horas de trabajo, el obrero le habrá restituido al capitalista en esas cuatro horas el dinero que pagó por él. Pero como la fuerza de trabajo tiene la cualidad de producir más trabajo que el necesario para reproducirla y el capitalista lo sabe, la hace trabajar las 8 horas. El valor creado en las últimas cuatro horas constituye una ganancia neta para el capitalista.
| Se llama PLUSVALIA al valor que el obrero crea más allá del valor de su fuerza de trabajo. Se llama TIEMPO DE TRABAJO NECESARIO O PAGADO al tiempo de trabajo en que el obrero reproduce su fuerza de trabajo. Se llama TIEMPO DE TRABAJO EXTRA O NO PAGADO al tiempo en que crea plusvalía para el capitalista. |
Resumamos entonces lo que hemos descubierto hasta ahora:
1) En la sociedad capitalista existe, por una parte, un grupo de personas que es propietario de los medios de producción más importantes: los capitalistas, y, por otra parte, otro grupo totalmente desposeído de los medios de producción, de tal modo que no pueden producir por su propia cuenta los bienes de consumo que necesitan para vivir: los trabajadores.
2) Esta situación obliga a los trabajadores a vender como mercancía lo único que poseen: su fuerza de trabajo, para poder subsistir.
3) Los capitalistas compran en el mercado esta mercancía que tiene el don social de ser la fuente creadora de todo valor, y la usan para producir más valor del necesario para compensar lo que ellos pagaron por ella. Es así como los capitalistas obtienen sus ganancias, apoderándose de ese mayor valor producido por los trabajadores.
4) Esta relación que se establece entre los capitalistas y los obreros es una relación de explotación, debido a que los capitalistas, dueños de los medios de producción, se apoderan de los frutos del trabajo de los trabajadores, quienes no poseen estos medios de producción.

Después de lo dicho podemos concluir que la explotación de los obreros en el sistema capitalista no se ejerce de la misma manera que en el régimen esclavista o en el régimen feudal. En esos casos la fuerza directa, la privación de libertad o el sometimiento a una presión externa, era lo que obligaba a esclavos o siervos a trabajar para el señor. Sin ese poder directo sobre los hombres, los señores no habrían podido apoderarse del trabajo de quienes les estaban sometidos, ya que éstos, liberándose de ellos, habrían podido producir en forma independiente lo que necesitaban para vivir.
En el sistema capitalista, la fuerza que obliga al obrero libre y soberano a someterse a la explotación capitalista es mucho más eficaz.
Es la fuerza de las necesidades vitales. Si no se somete a las condiciones económicas impuestas por el sistema, es decir, a ofrecer su trabajo "voluntariamente" al capitalista, se muere de hambre debido a que no posee los medios para producir lo que necesita para subsistir.
Así, en situaciones normales, sin tener que recurrir a la fuerza o a otras formas de presión, el capitalista se apodera del trabajo de los obreros. Decimos, en situaciones normales, ya que basta que los obreros a través de sus luchas pongan en peligro seriamente las ganancias o la propiedad de los medios de producción de los capitalistas para que éstos recurran a la policía o al ejército para reprimir a los trabajadores.
Veamos ahora de qué mecanismos se vale la clase capitalista para explotar a los trabajadores.
Cuestiones del tema tercero
1. ¿Cuál es el mecanismo por el que el capitalista puede sacar más dinero de lo que le cuesta pagar la Fuerza de trabajo?
2. ¿Qué son las RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCION?
3. ¿Qué es la Plusvalía?
Temas de reflexión
Estudiar cómo el concepto de la plusvalía es la base que nos descubre la explotación de los obreros en el sistema capitalista.
Tema cuarto
El capital como factor de la producción.
En los párrafos anteriores hemos hablado de los capitalistas y de los obreros.
Precisemos ahora qué entendemos por capitalistas.
Se llama "capitalistas" a todos los dueños de capital.
Pero ¿qué se entiende por "capital"?
Muchas personas creen que capital es lo mismo que dinero y llaman capitalista a cualquier persona que ha logrado juntar una cierta cantidad de dinero. Sin embargo, ellas están equivocadas.
El dinero que guarda un avaro en una caja de caudales, sin usarlo jamás, no es capital. Tampoco es capital el dinero que recibe un obrero como salario, dinero que gasta en comprar una serie de bienes de consumo para él y su familia.
Para que el dinero se transforme en capital es necesario que éste sea gastado en la compra de mercancías que permitan al dueño del dinero obtener más dinero después de que ellas hayan sido usadas en el proceso de producción.
¿Quiere ello decir que sólo el dinero que se emplea en la compra de la fuerza de trabajo puede ser considerado capital?
No, porque en el proceso de producción capitalista no participa sólo la fuerza de trabajo; son también necesarios los medios de producción: materias primas, máquinas, edificios, etc.
Por lo tanto,
| llamaremos CAPITAL al dinero que se emplea en la compra de medios de producción y de fuerza de trabajo, siempre que éstos estén destinados a obtener plusvalía... |
Las cosas no llegan, por consiguiente, a ser capital por sus, condiciones naturales, sino sólo cuando es empleado en la compra de medios de producción y de fuerza de trabajo para lograr obtener plusvalía.
Las máquinas paradas o guardadas en una bodega no son, por sus condiciones naturales, capital. Sólo pueden ser consideradas como capital cuando participan en el proceso de producción de plusvalía.
Lo mismo ocurre con la fuerza de trabajo. El dinero que se invierte en comprar fuerza de trabajo para realizar labores domésticas, por ejemplo, no se puede considerar como capital. En este caso la fuerza de trabajo no, produce plusvalía, se gasta en servicios a sus patrones.
El capital, por lo tanto, es una categoría que no puede ser aplicada a cualquier sociedad: ella sólo puede aplicarse al sistema capitalista de producción.
Examinemos ahora cómo participan los medios de producción en el proceso de producción capitalista, cuál es el papel que desempeñan en este proceso.
Empecemos por lo que ocurre con las máquinas.
Una máquina, por ejemplo un telar mecánico, puede participar en varios procesos de producción de telas. Pero no tiene una duración infinita: a medida que se usa se va gastando. Si suponemos que dura unos 10 años, podemos decir que cada año pierde un décimo de su valor, y ello quiere decir que cada año transfiere a la mercancía esa cantidad de valor.
Si la máquina vale 100.000 pesetas, es decir, si tiene trabajo incorporado por esa cantidad de pesetas, cada año transferirá a las mercancías producidas 10.000 pesetas (100.000 : 10), y si se producen 5.000 productos con esa máquina al año, en cada producto irán incorporados dos pesetas (10.000 : 5.000) que expresan la cantidad de valor que las máquinas pasan a ellos.
Las máquinas no producen ningún valor nuevo, pero transfieren a las mercancías su valor poco a poco, es decir, en forma parcial. Veamos ahora lo que ocurre con las materias primas. Las materias primas (tanto las principales como las auxiliares) desaparecen totalmente, unas formando parte de los productos, otras, como es el caso de las materias de combustión, para procurar la energía y el calor necesarios al proceso de producción. Ellas transfieren, en consecuencia, totalmente su valor al producto.
Pero a pesar de la diferente forma en que transfieren su valor al producto, las máquinas y las materias primas tienen algo en común. Ni las unas ni las otras pueden crear valor, y sólo pueden transferir su valor en la medida que son puestas en acción por el trabajo humano.
El trabajó humano no tiene, por lo tanto sólo la capacidad de crear valor, tiene también la capacidad de hacer que los medios de producción transfieran su valor a los productos. Sin el trabajo humano el capitalista no sacaría nada con tener fábricas inmensas, repletas de máquinas modernas.
Debemos distinguir así dos formas de capital.
| Llamaremos CAPITAL CONSTANTE al capital invertido en medios de producción debido a que su valor no cambia en el proceso de producción Llamaremos CAPITAL VARIABLE al capital invertido en fuerza de trabajo, debido a que ella produce más valor, y, por consiguiente, hace variar el valor. |
Ahora bien, sin el capital constante se hace imposible la creación de plusvalía, ya que la fuerza de trabajo sólo puede dar sus frutos poniendo en acción los medios de producción. Pero, aunque el capital constante sea la condición material de la creación de plusvalía, ésta sólo es creada por el trabajo. Por lo tanto, tampoco influye en la plusvalía la cantidad de capital constante que exista. La misma cantidad de plusvalía puede producirse con capitales constantes muy diferentes. Por ejemplo, una industria con una tecnología altamente avanzada y, en consecuencia, con un capital constante muy alto que ocupa 20 obreros y otra con una tecnología mucho más barata que también ocupa 20 obreros, producirán la misma cantidad de plusvalía si ambas logran pagar la fuerza de trabajo con sólo cuatro horas de la jornada de trabajo. Los capitalistas de las dos industrias producen así la misma cantidad de plusvalía en las horas de trabajo no pagado.

Por lo tanto, para determinar el grado de explotación de la clase obrera a nosotros no nos interesa para nada examinar a cuánto asciende el capital constante, sólo nos interesa ver qué relación existe entre el valor de la fuerza de trabajo o capital variable y la plusvalía producida. A esta relación se la llama tasa de plusvalía o tasa de explotación.
Pongamos un ejemplo. Si el valor de las máquinas es igual a 100.000 pesetas, el de la materia prima igual a 10.000 pesetas, el de la fuerza de trabajo igual a 20.000 pesetas, y la plusvalía que se obtiene es de 20.000 pesetas, entonces la tasa de explotación será igual a 20.000 pesetas (plusvalía) dividida por 20.000 pesetas (capital variable). Esta relación se expresa diciendo que la tasa de explotación es del 100 %. Ello quiere decir que de cada hora que trabaja el obrero, media hora la trabaja gratis para el capitalista. Mientras la relación entre plusvalía y capital variable no cambie, no cambiará la tasa de explotación, aunque varíe mucho la cantidad de dinero que el capitalista invierta en capital constante.
Cuestiones del tema cuarto
1. ¿Qué se entiende por capital?
2. ¿A qué llamamos CAPITAL CONSTANTE?
3. ¿A qué llamamos CAPITAL VARIABLE?
4. ¿Qué es la tasa de plusvalía?
Temas de reflexión
¿Podría existir el modo de producción capitalista sin la producción de plusvalía?
Tema quinto La plusvalía absoluta y la plusvalía relativa.
Ya hemos visto que lo que interesa al capitalista es ganar siempre más. Hemos visto también que esto se logra a través de un aumento de la plusvalía. Mientras más plusvalía se produce, mayores serán las ganancias del capitalista.
Pero ¿cómo se logra producir más plusvalía?
La primera forma que encuentra el capitalista para aumentar sus ganancias es prolongar al máximo la jornada de trabajo. De esta manera después que el trabajador ha producido el valor equivalente al valor de su fuerza de trabajo, sigue trabajando muchas horas más en las que sólo produce plusvalía para el capitalista.
Si en cuatro horas produce el valor que equivale a su fuerza de trabajo, y trabaja otras 4 horas, producirá una plusvalía de un 100 por ciento. Pero si el capitalista consigue alargar la jornada de trabajo a 12 horas, es muy claro que producirá el doble de plusvalía y la tasa de explotación se elevará a un 200 por ciento.
Esta forma de obtener más plusvalía es muy conveniente para el capitalista, ya que él no aumenta sus gastos ni en máquinas ni en locales y logra entonces, sin ningún desembolso adicional, una explotación mayor de la fuerza de trabajo.
Este fue el procedimiento que se impuso en los comienzos del capitalismo, cuando se trabaja 16 ó 18 horas diarias. Pero no se puede prolongar indefinidamente la jornada de trabajo.
Existen límites físicos e históricos para ello.
Físicos, ya que si el trabajador trabaja durante mucho tiempo, no puede descansar lo suficiente como para reponer su fuerza de trabajo en la forma debida y se irá produciendo un agotamiento intensivo con la consiguiente baja de rendimiento.
Históricos, ya que a medida que se desarrolla el capitalismo se desarrolla también la clase obrera, la cual se organiza y empieza a oponer una resistencia combativa a la explotación capitalista. A través de arduas y duras luchas va consiguiendo reducir ¡a jornada de trabajo, obligando a los capitalistas a buscar otras medidas para aumentar sus ganancias.

Los capitalistas no pueden aumentar ahora sus ganancias alargando la jornada de trabajo; por el contrario, muchas veces presionados por la lucha de los obreros, deben acortarla.
¿Cómo pueden los capitalistas, en estas condiciones, seguir obteniendo más ganancias, sin lo cual no podrían seguir existiendo como capitalista?
Los capitalistas se dan cuenta de que pueden aumentar sus ganancias si logran que los obreros rindan al máximo dentro del tiempo de la jornada de trabajo reducida. Se hacen así estudios para ver cuáles son los movimientos absolutamente necesarios para realizar un determinado tipo de trabajo, tratando de que se supriman todos los movimientos superfluos. Se instala música, mejor iluminación, etc., no por sentimientos humanitarios, sino porque ello contribuye a que se produzca más.
Sin embargo, la intensificación del trabajo tiene un límite, ya que llega el momento en que trabajar a mayor intensidad produce agotamiento físico y mental y los capitalistas no pueden seguir aumentando sus ganancias por este mecanismo.
Nuevamente entonces los capitalistas tienen que buscar otra manera de continuar ganando más.
¿Cómo pueden hacerlo?
El capitalista individual, al introducir una máquina mejor, logra producir a costos más bajos que sus competidores.
Un telar moderno logra producir muchos más metros de tela en una hora de trabajo que un telar rudimentario; de esta manera cada metro de tela se abarata, ya que incluye menos horas de trabajo incorporadas en él.
De esta manera logra obtener una ganancia extraordinaria que surge de la diferencia entre el valor individual de sus productos y el valor social que este tipo de productos tiene en el mercado.
Pongamos un ejemplo: si un capitalista introduce un telar que le permite producir el doble de tela que antes por hora, el valor de ese producto se reduce mucho, pero como el resto de los capitalistas trabaja todavía con telares más antiguos, el valor social o valor propiamente dicho de la tela es superior al valor individual, y como es este valor el que regula el precio de venta de la tela, nuestro capitalista venderá al mismo precio que los demás, teniendo un costo de producción mucho menor y con ello obtendrá una ganancia extraordinaria.
Pero ocurre que los capitalistas se ven obligados a ir perfeccionando continuamente sus maquinarias, ya que si no lo hacen, no serán capaces de competir con los demás capitalistas de su rama. Si un capitalista se queda atrás, si no logra aumentar la productividad de su trabajo al mismo ritmo de los demás, sus costos de producción serán más altas, y, como no puede sino vender al precio que gira en torno al valor, ganará menos, hasta que llegue el día en que no ganará nada, viéndose obligado a cerrar su fábrica. Ahora bien, la introducción generalizada de las máquinas en los distintos sectores de la producción, especialmente en los sectores que producen bienes de consumo, se traduce a nivel del sistema capitalista como tal en una disminución del valor de la fuerza de trabajo, ya que su valor depende, como hemos visto, del valor de los bienes de consumo que necesita para vivir.
Si el valor de los artículos de consumo popular baja, baja también el valor de la fuerza de trabajo, y se necesita, por lo tanto, menos tiempo para reponer su valor, es decir, menos tiempo de trabajo necesario o no pagado.
Si antes se producía el 100 % de tasa de plusvalía haciendo trabajar al obrero 16 horas diarias, 8 para producir el valor correspondiente a su fuerza de trabajo y 8 para producir la plusvalía para el capitalista, ahora, reducida la jornada a 8 horas, se puede obtener el mismo 100 % de tasa de plusvalía, logrando que el trabajo necesario se reduzca a 4 horas. Y si logra reducir a menos horas, aumentará a más del 100 % la tasa de plusvalía.
De esta manera, a través de las motivaciones individuales de los capitalistas que los llevan a la búsqueda de ganancias extraordinarias, en el sistema capitalista se establece un mecanismo que permite aumentar la plusvalía sin aumentar la jornada de trabajo y sin aumentar la intensificación del trabajo. Este mecanismo consiste en disminuir el tiempo de trabajo necesario.

Llamaremos PLUSVALIA ABSOLUTA a la plusvalía que se obtiene alargando la jornada de trabajo o intensificando el uso de la fuerza de trabajo.
Llamaremos PLUSVALIA RELATIVA a la plusvalía que se obtiene disminuyendo el tiempo de trabajo necesario.
ConclusiónHemos visto a través de una larga explicación cómo funciona el sistema capitalista. Sólo ahora podemos responder a nuestras preguntas iniciales:
¿Cómo se explica la riqueza -de los capitalistas?
¿Cómo se explica la pobreza en que viven los trabajadores?
Las riquezas de los capitalistas provienen de la explotación de la clase obrera.
La existencia de ricos y pobres es siempre el resultado de la explotación, de que unos, los menos, al ser propietarios de los medios de producción, se apoderan del trabajo de la gran mayoría del pueblo.
En el sistema capitalista, el que una clase, la clase capitalista, posea todos los medios de producción, y la clase obrera no posea ninguno, obliga a ésta a trabajar para la clase capitalista.
Esta situación permite al capitalista explotar al obrero, ya que aquél le paga un salario cuyo valor es mucho menor del que el obrero produce en su jornada de trabajo. Este valor producido por el obrero y no pagado por el capitalista es lo que hemos llamado PLUSVALIA.
El concepto de plusvalía es, por lo tanto, la llave que nos permite explicar la explotación de los trabajadores en el sistema capitalista y las diferentes formas que ella puede adoptar en este sistema.
Pero este examen de¡ sistema capitalista, al permitirnos comprender las verdaderas causas de la explotación capitalista, nos ha permitido, a la vez, darnos cuenta de que ellas son el resultado de un determinado sistema de producción, es decir, que la explotación no es eterna ni necesaria a todo régimen de producción social. El conocimiento científico del origen de la explotación en el sistema capitalista nos permite comprender cuáles son los mecanismos que hay que eliminar para suprimir para siempre esa explotación.
Mientras la clase obrera no tuvo un conocimiento científico del origen de su situación de explotación reaccionó en forma anárquica y espontánea: se lanzó contra las máquinas, creyó que destruyéndolas destruiría la causa de su explotación; luchó por mejores salarios, creyendo que con ello bastaba para suprimir sus males.
Cuando la clase obrera conoció en forma científica, gracias a la gran obra de Carlos Marx, El Capital, cuál era el origen de su explotación, su lucha dejó de estar centrada solamente en reivindicaciones económicas, para centrarse fundamentalmente en la lucha por la destrucción del sistema capitalista y la implantación de un sistema social en que no exista la explotación del hombre por el hombre: el sistema socialista.
Ahora bien, el término de la explotación y el paso al socialismo, mediante la expropiación de los medios de producción en manos de los capitalistas, en un proceso histórico que se desarrolla en formas diferentes de acuerdo a las condiciones de cada país.
Cuestiones del tema quinto
1. ¿Cómo se logra producir más plusvalía?
2. ¿A qué llamamos plusvalía Absoluta?
3. ¿A qué llamamos plusvalía Relativa?
Temas de reflexión
Reflexionar sobre la lucha de los trabajadores contra la explotación y el nacimiento del Movimiento Obrero.
Resumen del texto
En este cuaderno hemos tratado de explicar, en una forma sencilla pero rigurosa, el origen de la explotación capitalista: la producción de la plusvalía. Hemos debido empezar por analizar el proceso de producción mercantil simple, para luego pasar al proceso de producción capitalista. Hemos partido de las apariencias para ir descubriendo cuál es la explicación de fondo del problema. Hemos partido, por lo tanto, de los precios para llegar, desde allí, al valor. Después, de haber examinado en forma detenida el concepto de valor y trabajo socialmente necesario, hemos pasado a definir la plusvalía, partiendo de un análisis del valor de la fuerza de trabajo. Luego, para poder distinguir entre plusvalía absoluta y relativa, hemos definido los conceptos de capital constante y capital variable. Por último, hemos señalado cómo el concepto de plusvalía es la llave que nos permite explicar la explotación de los trabajadores en el sistema de producción capitalista.
En este cuaderno hemos visto los siguientes conceptos: valor, tiempo de trabajo socialmente necesario, plusvalía, plusvalía absoluta, plusvalía relativa, capital, valor de la fuerza de trabajo, capital constante, capital variable.
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